jueves, 11 de julio de 2019

Siempre siendo joven
hasta para jugar.
Me tomé una exagerada dosis de realidad.
Volví a la descarada edad del sintiempo,
viajé.
Fuí, y me quedé.
Fuí, y me volví.
Ví el pasado
el futuro
y su espíritu espiral.
Me volví vieja
ermitaña
y cascarrabias.
Volví
Tomé otra dosis.
Me hice chiquitita
tanto que cabía perfectamente en el hueco entre mis dedos meñique y anular de mi mano izquierda.
Cuando me encontré, ahí en mi piel,
me arrastre hasta el centro de mi palma.
Me perdí entre las líneas y las leí.
Cerré la mano
y me comí
   otra dosis de mí.
Volví
me reí de la realidad
y volví a jugar.

En mi letargo, una taza de café es un oasis. No estoy sola. Junto a ellas buscamos una cafetería. Entre árboles, se esconden unas escaleras ...