Me traigo matecitos a mi cama como un mimo, como un regalo. Como un despertar tranquilo en la intimidad de mí refugio.
Mí refugio: la cama, la casa, el patio. No recuerdo haber adorado de tal manera un espacio. Afuera de todo lo demás, adentro de dentro mío.
Y afuera, todo lo demás. La hostilidad humana y el tiempo veloz que se me escapa.
Lo pequeño del pueblo que me ahoga, confunde y encierra y lo grande del monte que me libera. Las personalidades que soy, que son... Y el sol, aún no sale.
Qué quiero, qué muestro, qué doy y qué estoy dispuesta a recibir. El silencio está cerca, después de tanto alboroto. Qué placer.
Otoñar, menguar, el fuego y el hogar. ¿A dónde estaré yendo?.