El instante en que la noche se hace de día, lo
preceden las lunáticas horas previas del insomnio.
Los grillos defienden su hora sagrada, resonando en un
solo cantar. Y un gallo dado vuelta se atreve a madrugar ¡¡¡ni siquiera es tan
temprano!!!
“Es tan tarde que es demasiado temprano”.
Mis piernas acalambradas, sostienen tu cuerpo dormido.
Dulce calambre, te sostengo.
El viejo brujo espía entre los yuyos, envidioso de la
dulzura que no recibió. Y nos mira, con vestigios de nostalgia.
¿Será que su amor ya no lo acompaña?
¿Será que nos atrevimos a amarnos entre tanto dolor?
El perro guardiana nuestra entrada y estamos
protegidos.
Por nuestras almas enredadas (¿?)
Por la puerta (¡?)
Y por esa estrella maga que nos visitó al culminar el
amor.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario