Respiraba en
donde se vuela tan alto que las nubes se convierten en montañas. Era en ese
lugar, costumbre subir a la copa de los árboles para luego trepar hacia la raíz.
Entre las
escaleras del cerro se hallaban selvas tan fértiles que si la muerte caminara
sobre ellas, volvería a ser vida.
Era en ese
lugar, donde las verduras vibraban y el monte latía, y si llovía, el agua drenaba
tan rápido que debía de diluviar constantemente y aun así, no se inundaría.
Y sin pedirlo,
en un instante eterno sin tiempo, se levantó para descansar y al cerrar los
ojos, despertó. Comenzó a bucear en búsqueda de mensajes en botellas,
sumergidos en el fondo del mar. Dentro de un barco hundido, se encontró con una
serpiente que sangraba ríos. La serpiente le reveló (en lenguas inversas) que
si abría los ojos, se dormiría para siempre.
Sin querer
despertar, comenzó a sembrar serpientes silenciosas, sombrías y ambarinas (que
solían ser sangre) para convertirse en tierra (que solía ser océano).
Y así fue,
como jamás faltó agua para las selvas.
Cafayate 2018
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