Éramos, cerca del sol.
La luz se impregna en nuestras coronas hechas de tierra.
Volando siendo cóndor.
Soy el ancho de los cielos.
Las palabras son piedrazos y la tormenta anuncia su paso.
Segunda vuelta, más arriba. Crecen las alas en subida a la cima.
La lluvia borra la ruta y la serpiente nace en el Ambato. Se conforma de nubes, inti, rayos y barro.
Brillar, en las umbrías de los cerros.
El aguacero se aleja hacia el Norte, en un grito ahogado.
Se precipita, y se levanta, el agua desde las raíces de la Madre.
Las estrellas fugaces de la ruta.
Me desperté y sentí que estaba Mar adentro.
Amanecer junto a níveos nubarrones, que esfuman la ciudad.
Pintando árboles de blanco, a lo reina de corazones.
Te calienta
tantas esperanzas
cómo las plantas,
de los pies
mojados
por un Pasto que solía ser
Río.
La luz se impregna en nuestras coronas hechas de tierra.
Volando siendo cóndor.
Soy el ancho de los cielos.
Las palabras son piedrazos y la tormenta anuncia su paso.
Segunda vuelta, más arriba. Crecen las alas en subida a la cima.
La lluvia borra la ruta y la serpiente nace en el Ambato. Se conforma de nubes, inti, rayos y barro.
Brillar, en las umbrías de los cerros.
El aguacero se aleja hacia el Norte, en un grito ahogado.
Se precipita, y se levanta, el agua desde las raíces de la Madre.
Las estrellas fugaces de la ruta.
Me desperté y sentí que estaba Mar adentro.
Amanecer junto a níveos nubarrones, que esfuman la ciudad.
Pintando árboles de blanco, a lo reina de corazones.
Te calienta
tantas esperanzas
cómo las plantas,
de los pies
mojados
por un Pasto que solía ser
Río.
Cuesta del Portezuelo, Catamarca. ENE 2018.
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