miércoles, 4 de abril de 2018


Éramos, cerca del sol. 
La luz se impregna en nuestras coronas hechas de tierra.
Volando siendo cóndor.
Soy el ancho de los cielos.

Las palabras son piedrazos y la tormenta anuncia su paso. 
Segunda vuelta, más arriba. Crecen las alas en subida a la cima.

La lluvia borra la ruta y la serpiente nace en el Ambato. Se conforma de nubes, inti, rayos y barro. 
Brillar, en las umbrías de los cerros. 
El aguacero se aleja hacia el Norte, en un grito ahogado.

Se precipita, y se levanta, el agua desde las raíces de la Madre. 
Las estrellas fugaces de la ruta. 
Me desperté y sentí que estaba Mar adentro. 
Amanecer junto a níveos nubarrones, que esfuman la ciudad. 
Pintando árboles de blanco, a lo reina de corazones.

Te calienta 
tantas esperanzas
cómo las plantas,
de los pies
mojados
por un Pasto que solía ser
Río.

Cuesta del Portezuelo, Catamarca. ENE 2018.

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