Dicen, que en esa resbaladiza esquina, nacieron las migas en los ojos de quienes con deseo, las monedas miran aunque sus bolsillos esten llenos de comida.
Veo el incendio apagarse por las inmensas olas de las luces de los suburbios.
Los niños saltando, me dan esperanza para el futuro, dónde el carnaval del mundo, será el festejo de cuantos se atrevan a vivir la delicia de dejarse sentir amado.
Las sirenas ya no me ahogan porque subiendo la escalera al cielo, me apaño entre la calma de los silencios. Y aunque te busque entre los interminables techos y muros, te veo elevarte siendo música.
Y yo, anhelo volverme invisible, mientras observo la ciudad desde lo alto. Ahora, no existo, siquiera a la vista de tus ojos curiosos. Siquiera a la gula que nos consume a cada rato. Es que el roce de las pieles, ha de seguro ser, la más dulce condena.
Y mientras abajo los reyes de las tinieblas engordan frustraciones, sus hermanos en las montañas, se rompen la espalda por seguir construyendo escaleras. ¿Podés decirme cuál de ellos está más cercano al paraíso?
Te siento, en la boca, de mi estómago. Siento tu eterna búsqueda de amor. ¿Te acordás cuando en el campo de las estrellas, nos encontramos?
Ahora sé por qué camino tanto entre calles de piedra... tal vez, nos encontremos en la ciudad, como en el campo.
31/7/2018
Cusco,
Perú.