aún más tinta emana de la yema de mis dedos,
otra oportunidad para expresar,
tanto qué decir...
pero
no saber cómo hacerlo.
Hemos convertido del mundo
un lugar demasiado hostil para las palabras
tanto es así
que a veces no me animo a escribirlas,
mucho menos decirlas.
Me he convertido en la propia cobardía,
disfrazada de ironía,
escondiendo miedos en la garganta.
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