lunes, 4 de febrero de 2019

Nocturnas II

Suelo cerrar los ojos
para imaginarme danzando
de la forma que nunca dance
mientras suena alguna melodía
que en el piano alguna vez toqué,
pero que hoy, olvidé.

Miles de mundos apartes se presentan a la vez conforme mi mirada se mueve por el espacio, y solo quisiera rendirme a mis sueños, donde no existe la preocupación y mi acción, es notablemente más rápida que cuando despierta me encuentro.

Cuánto quisiera rendirme...

Y sin embargo, aborrezco el dejar abandonarse.
Una y otra vez, decido
subirme a esta montaña rusa que me revuelve el estómago a la vez que hace cosquillear mi vientre bajo.
Cuánto quisiera que nada de esto fuera tan convincente como para permitirme caer en lo más bajo aunque sepa que de nada sirve.

La presión se hace de espasmos en mi ojo izquierdo para continuar con una sensación que hasta hoy día no puedo explicar y
aún intento: en la base de mi cabeza
en la cima de mi cuello
surge un choque electromagnético
que me paraliza
completamente
por el lapso de tiempo más ínfimo que pude experimentar desde que existo.
No me sucede seguido, solo cuando no doy más.

Mi cuerpo se anda rindiendo a mis emociones, como si de una guerra se tratase, y mi mente queda atrapada en el medio, en boca de todos... y ambos bandos, mi cuerpo y mis emociones, continuamente se andan atacando.

Y yo sólo quiero sanar y no me sale.

Solo parezco empeorar.
Mientras padezco
de la mas exquisita soltura ante la vida.
Todo pasa y nada se queda, y ya no viéndolo como embrujo, me queda
solo verlo como mi bendición.

Veo irse la vida
y cómo quisiera que se quede
pero cómo le agradezco que se vaya
porque ya no puedo aguantar tibiezas.

¿Cuándo se irá de mí el parásito en mi clavícula?
Me va devorando hasta hacerme sentir que me quedo sin dedos.
¿Cuándo dejará de dolerme la navaja en mi omóplato?
Me va desangrando hasta hacerme sentir que me quedo sin aire.

¿Cuándo dejará de escupir aguas saladas este cuerpo?

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

En mi letargo, una taza de café es un oasis. No estoy sola. Junto a ellas buscamos una cafetería. Entre árboles, se esconden unas escaleras ...