No escribe
quién no quiere.
Tengo una
vida, y aparte, mil más.
En una de
ellas, soy quien escribo.
En
retrospectiva comienzo a dar cuenta sensaciones que, disfrazadas de
terrenalidades, me hacían llegar a un orgasmo distinto al conocido, naciendo
por el vientre bajo para elegir expandirse hacia todo lo que es llamado universo.
Y pienso…
cuántas
camas,
cuántas
camas grandes …
y qué tan difícil
es llenar esos rincones vacíos,
y más en un
colchón eternamente King,
que no
conquista más que soledades.
Cuántas
camas,
y cuánta
gente dividida en diferentes camas.
Cuántas
camas demasiado gastadas
por tanto
sexo carenciado de espacios propios.
Cuántas
camas que no son de colchón,
y cuántos
orgasmos susurrados al alba,
permaneciendo,
por una fracción de segundo, constantes
convirtiéndose
en despertador.
Cuántos
asientos de autos
y buses,
cuántos sillones,
mesas,
árboles,
carpas,
duchas y
ríos.
Cuántos
cuartos usurpados,
y cuántas
camas de parado.
Cuántos
baños de antro,
teléfonos
públicos,
y suaves
arenas de verano.
Cuántas
camas compartidas y cuánta gente haciendo cama un pedacito de tierra virgen…
y de repente
Vuelvo a la
virtual hoja
y pienso…
cuánta cama
hecha de desierto.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario