miércoles, 27 de febrero de 2019

the lost collective


No escribe quién no quiere.

Tengo una vida, y aparte, mil más.
En una de ellas, soy quien escribo.

En retrospectiva comienzo a dar cuenta sensaciones que, disfrazadas de terrenalidades, me hacían llegar a un orgasmo distinto al conocido, naciendo por el vientre bajo para elegir expandirse hacia todo lo que es llamado universo.

Y pienso…
cuántas camas,
cuántas camas grandes …
y qué tan difícil es llenar esos rincones vacíos,
y más en un colchón eternamente King,
que no conquista más que soledades.

Cuántas camas,
y cuánta gente dividida en diferentes camas.
Cuántas camas demasiado gastadas
por tanto sexo carenciado de espacios propios.

Cuántas camas que no son de colchón,
y cuántos orgasmos susurrados al alba,
permaneciendo, por una fracción de segundo, constantes
convirtiéndose en despertador.

Cuántos asientos de autos
y buses,
cuántos sillones,
mesas,
árboles,
carpas,
duchas y ríos.

Cuántos cuartos usurpados,
y cuántas camas de parado.

Cuántos baños de antro,
teléfonos públicos,
y suaves arenas de verano.

Cuántas camas compartidas y cuánta gente haciendo cama un pedacito de tierra virgen…

y  de repente

Vuelvo a la virtual hoja
y pienso…
cuánta cama hecha de desierto.

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