viernes, 5 de junio de 2020

Nací en luna llena

Bajo mi luna, el mundo se divide en siete trenzas.
Cae el pelo,
las lágrimas
y las penas de una, y solo una, de todas las experiencias humanas sobre esta tierra.
Fluyen los ríos, y fluye la sangre mientras que las semillas se entierran aguardando su lugar, sus nutrientes y su recompensa.

Ay... ¿qué serán de estos tiempos tan absurdos?
¿Qué serán de todos los sueños?
¿Tú ya has abandonado los tuyos?

Yo les he puesto en pausa, se los regalo al futuro, como sea que tenga que venir...
Porque eventualmente, ha de venir.
Y mientras tanto, sangro.
Limpio.
Y respiro
este sol de otoño, esta luna casi llena.

°°°

Tres días después,
ahora eclipsando,
sueño con las espinas clavadas.
La piel se muestra limpia, cicatrizada
pero aún sé los puntos exactos dónde se clavaron, una memoria extraña.
Y sé cuánto dolió, cuánto sangró.
Aún sigo sangrando, gracias a la Diosa.

Tres días de sangre.
Una loba bella rodea mi casa,
un gato negro duerme en mi techo.
Mis sábanas son rojas, no temo traspasarlas. Al contrario, me enrosco en ellas.
Dejando de buscar un abrazo protector en medio del frío,
me abrazo,
me beso,
me hago el amor.

Le susurro a mi dedo índice un conjuro.
Recorro mi cuerpa entera con mi dedo, y en aquellos puntos dónde las espinas se han clavado por siempre
freno,
acaricio,
dibujando una espiral me protejo
y continúo.

Al eclipse me suelto con confianza,
con alegría.
Mis guerras son solo mías y mi paz también.
Cuán poco sabemos de las guerras ajenas. ¡Cuán poco!
Ojalá me recuerde esa premisa constantemente...
Por mí y por todxs.

Gracias.

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