sábado, 5 de septiembre de 2020

Lluvia Primera

 Han pasado seis meses.

Seis meses de verano, otoño e invierno. 

Seis meses de silencio. 

...

Regalarse tiempo y espacio, 
cómo la más primitiva muestra de amor incondicional.
Cómo el más esencial secreto, de esos que se guardan, no en una cajita de cristal, 
sino en la carne, 
en los pies,
en las entrañas y en los recuerdos. 

Regalarse intimidad y silencio, para poder vivir,
atravesar,
crecer,
crear y jugar, 
en la hostil humanidad que nos habita desde el llanto primero, que nos da el respirar. 

Regalarse calma y cuidado, porque sin caricias no hay verdad, y sin verdad no hay real sentimiento. 

Regalarse dulces aguas saladas que recorran todo el cuerpo, que se escurran entre la tierra reseca, haciendo rebrotar semillas abandonadas por el miedo. 

Regalarse el alimento más nutritivo 
que ha de ser la lluvia primera, 
después de los meses de sequía... 
La tan ansiada lluvia primera, 
pero sin neurosis, 
sino naciente de la paciencia, 
del gestar paciencia...

Regalarse vida entre tanta muerte. 
Regalarse amor entre tanto miedo. 
Regalarse tiempo entre tan frenética existencia. 

Regalarse, a una misma, un pedacito de nuestra propia alma.

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