por vez única
la descomposición de lo eterno?
"¡Qué rápido se me escurre el tiempo en este lugar! Casi podría determinar que los minutos son días y los días, meses" confesó alarmada.
Y es que no era cuestión de disfrute o desconexión sino, más bien, de acostumbramiento.
En este lugar,
no se podía ver la trayectoria del Sol y mucho menos la ubicación de La Vía Láctea.
Era entonces, de lo más lógico, perderse en el tiempo, perderse el tiempo o volverse perdedora en la carrera del tiempo.
Era entonces, de lo más lógico, perderse en el tiempo, perderse el tiempo o volverse perdedora en la carrera del tiempo.
Había sido testigo de cómo su sombra se transformaba en un arlequín de sí misma.
Dentre las multiplicidades convivientes, era la Sombra la que más se entristecía en este lugar, ya que...
no tenía tiempo.
Vivía adormecida en una vigilia constante y solo salía a relucirse ante las asquerosas conductas de las identidades más frías y extrañas del mundo. Sobre todo frías, ya que no había en sus ojos un ínfimo destello de vida. La sombra se aterrorizaba de la normalidad en la que ahora su naturaleza sucumbía.
¿Dónde estoy yo? ¿Dónde está mí danza? ¿A quién podré expresarle mí Oda a la noche, si el día la acribilla?...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario