miércoles, 27 de febrero de 2019

the lost collective


No escribe quién no quiere.

Tengo una vida, y aparte, mil más.
En una de ellas, soy quien escribo.

En retrospectiva comienzo a dar cuenta sensaciones que, disfrazadas de terrenalidades, me hacían llegar a un orgasmo distinto al conocido, naciendo por el vientre bajo para elegir expandirse hacia todo lo que es llamado universo.

Y pienso…
cuántas camas,
cuántas camas grandes …
y qué tan difícil es llenar esos rincones vacíos,
y más en un colchón eternamente King,
que no conquista más que soledades.

Cuántas camas,
y cuánta gente dividida en diferentes camas.
Cuántas camas demasiado gastadas
por tanto sexo carenciado de espacios propios.

Cuántas camas que no son de colchón,
y cuántos orgasmos susurrados al alba,
permaneciendo, por una fracción de segundo, constantes
convirtiéndose en despertador.

Cuántos asientos de autos
y buses,
cuántos sillones,
mesas,
árboles,
carpas,
duchas y ríos.

Cuántos cuartos usurpados,
y cuántas camas de parado.

Cuántos baños de antro,
teléfonos públicos,
y suaves arenas de verano.

Cuántas camas compartidas y cuánta gente haciendo cama un pedacito de tierra virgen…

y  de repente

Vuelvo a la virtual hoja
y pienso…
cuánta cama hecha de desierto.

martes, 26 de febrero de 2019

EVA

Energías de diciembre,
dulces tardes de verano.
Tu cuerpo
como Paraíso de ordeñe con control,
que te conecta, sobre dos ruedas, con la aventura.

Dejé el corpiño
a tu estilo,
el más avanzado de Latinoamérica.
Lista, igual que vos.

Es hora de dar lo mejor para vos.
De elegir dónde dormir.
De proteger tu piel,
tu boca roja.
Si te va bien, nos va bien...

Cuidando nuestras orquídeas, estamos revolucionando los limites para aprender.
Estamos de fiesta.

¿Qué esperar cuando esperamos?

Un viaje al corazón de Brasil devela una revolución.
Uniendo a los amantes, fusionamos nuestro rosa furor, sin límites.

¿Realmente lo querés?
¿Va con tus ganas?
Apagá la fábrica de malestar.
Calmá el dolor todos los días conmigo, a un precio secreto, algo íntimo...
Por un año de luz, una taza de placer.

No pares de moverte libre, rápida y profunda.
Soltá tu costado más vulnerable y salvaje.
Creá hogar y sentite al volante.
Armá tu viaje como quieras.
¿Necesitás mar y palmeras?
Disfrutalo con la misma intensidad todos los dias.

Y me meto en mi mundo:
"Ojalá que llueva cápsulas de secreción rubí.
Lo natural... Listo para tomar".

Se termina el flash en movimiento espasmódico que te hacía falta,
y siento que te alegra el corazón,
en la dosis justa.

Vos, brillás.
La pureza del aire en tu piel,
la fiesta perfecta,
el buen descanso.
- ¿Por qué vas a brindar?
- ¡Salven las mujeres!.

Pasé una navidad más fuerte que el sol.
Un abrazo da más calor que cualquier vestido azul.

alegria não tem fim.

La evolución en zona verde



Paraíso
en profundidad natural,
en la tierra de Nunca Jamás:
placer de buena madera,
cumbre en las arenas más agrestes. ⠀

Todo el tiempo del mundo,
esperando en la hierba, la más rica tradición: un festejo bajo el sol de otro tiempo. ⠀

Iguales a nadie,
de punta en blanco,
bajamos aún más.
Límites amplios...,
pesadillas. ⠀

...¿A la fuerza?
De golpe, soy mucha mujer.

[Neurosis
madrugadoras con vencimiento]

Ven hombre sensible,
hacelo fácil,
ahorra energía,
da más amor... ⠀⠀
/Amor animal/
Tener sexo, vida
24/7.

Quiero ganar, lo que no le contás a nadie. ⠀

martes, 19 de febrero de 2019


Si escribo lo que siento…
¿Dejaré de sentir lo que escribo?

Creo que un poco se va yendo
a medida que avanza este verso.

jueves, 14 de febrero de 2019

poder


 Me desperté, suave y repentinamente, en esa madrugada a punto del claro de amanecer con una sensación de angustia en mi pecho que aún me oprime al respirar y genera confusión en las sinuosas vías de mis sesos.

 La oscuridad del cuarto era considerable (por las cortinas cerradas) y a la vez que mis ojos súbitamente abrieron, sonó un trueno exorbitantemente terrenal que puso en jaque mi espina dorsal, y mi equilibrio por entero se perdió.
 En el mareo, con mí mirada, solo pude enfocar un pequeño punto lumínico de color naranja en la pared que aumentó de tamaño conforme la dilatación de mi pupila derecha, y en el desconcierto del momento, creí que en llamas estaba el cuarto ardiendo.
De nuevo me hallo en los infiernos y, aún no sé bien por qué, pero sé que le temo a esta lluvia y estoy sola.
Una alarmante llamada entró en mi teléfono, viajando kilómetros en el tiempo, para advertirme que en otra dimensión esta misma tormenta había inundado quintas y huertas.  Como cuando repentinamente te despertas a vos mismo, después de haberte quedado dormido, y el día comienza a suceder demasiado alterado, me levanté en un rayo para no dejar que el agua entrase (en la casa) y conforme caminaba con la torpeza de no sentir mis piernas, decidí por mantener mi ritmo y avanzar por el espacio levitando.
Durante todo ese lapso todavía no sabía si acá ya llovía, así que con teléfono y voz del otro lado, abrí una puerta e instantáneamente mis pies se mojaron. El agua comenzaba por bajar de los cielos y la intensidad estaba dentro mío, y yo era, como ese tope con el que cada gota, por más ínfima que parezca, puede ser la siguiente que colme el vaso generando un tsunami tan abrasador como la sensación del cuarto en llamas. “La destrucción es relativa” dije, y corté la llamada.
Luego de unas vueltas, volví a una cama que parecía ser demasiado grande para mi cuerpo, y la sensación de la soledad se volvió aún más infinitamente extensa que el colchón al que me había rendido.

Comencé por abrir una nueva hoja en blanco, con lo que ello subjetivamente en mí conlleva, y el siguiente trueno sonó, dejándome totalmente absorta y paralizada.
No fue un trueno normal, nada de lo que sucedía lo era o al menos así se sintió. En ese momento, creo haber podido sentir como retumbaban las raíces de la tierra, en tres lapsos de tiempo trueno, dónde terminé por viajar hacia atrás, en la noche anterior, donde al caminar por el pasto cristalizado de pesticidas, también sentí cómo retumbaba la tierra, y cómo por todo mi cuerpo esa sensación se extendió.
Entonces, mi corazón se detuvo y el tiempo también,
yo misma giré mi escenario como un cubo.
Y solamente presentí que algo, ajeno a lo actual, iba a suceder.
Esto era el verdadero ojo de la tormenta, y yo no podría negarlo nunca más.
No me gustan las lluvias mañaneras y menos cuando me siento tan pequeña e indefensa. Tampoco me gusta sentir la falta del abrazo que me calmaba aunque afuera lloviera.
En mi soledad, otra vez me entrego al llanto por cansancio.
Afuera llueve y adentro también, y no sé bien dónde se inundará primero.
Gusanos salen de mí y hacia la derecha me sigo inclinando, perdiendo la percepción del suelo.
Entonces,
entre náuseas,
comprendo que ahora no es soledad,
sino intimidad.
Y yo soy poderosamente íntima. 


miércoles, 6 de febrero de 2019

lunes, 4 de febrero de 2019

Nocturnas II

Suelo cerrar los ojos
para imaginarme danzando
de la forma que nunca dance
mientras suena alguna melodía
que en el piano alguna vez toqué,
pero que hoy, olvidé.

Miles de mundos apartes se presentan a la vez conforme mi mirada se mueve por el espacio, y solo quisiera rendirme a mis sueños, donde no existe la preocupación y mi acción, es notablemente más rápida que cuando despierta me encuentro.

Cuánto quisiera rendirme...

Y sin embargo, aborrezco el dejar abandonarse.
Una y otra vez, decido
subirme a esta montaña rusa que me revuelve el estómago a la vez que hace cosquillear mi vientre bajo.
Cuánto quisiera que nada de esto fuera tan convincente como para permitirme caer en lo más bajo aunque sepa que de nada sirve.

La presión se hace de espasmos en mi ojo izquierdo para continuar con una sensación que hasta hoy día no puedo explicar y
aún intento: en la base de mi cabeza
en la cima de mi cuello
surge un choque electromagnético
que me paraliza
completamente
por el lapso de tiempo más ínfimo que pude experimentar desde que existo.
No me sucede seguido, solo cuando no doy más.

Mi cuerpo se anda rindiendo a mis emociones, como si de una guerra se tratase, y mi mente queda atrapada en el medio, en boca de todos... y ambos bandos, mi cuerpo y mis emociones, continuamente se andan atacando.

Y yo sólo quiero sanar y no me sale.

Solo parezco empeorar.
Mientras padezco
de la mas exquisita soltura ante la vida.
Todo pasa y nada se queda, y ya no viéndolo como embrujo, me queda
solo verlo como mi bendición.

Veo irse la vida
y cómo quisiera que se quede
pero cómo le agradezco que se vaya
porque ya no puedo aguantar tibiezas.

¿Cuándo se irá de mí el parásito en mi clavícula?
Me va devorando hasta hacerme sentir que me quedo sin dedos.
¿Cuándo dejará de dolerme la navaja en mi omóplato?
Me va desangrando hasta hacerme sentir que me quedo sin aire.

¿Cuándo dejará de escupir aguas saladas este cuerpo?

En mi letargo, una taza de café es un oasis. No estoy sola. Junto a ellas buscamos una cafetería. Entre árboles, se esconden unas escaleras ...