Vieja alma paga los platos rotos,
letargo inhóspito, enmudecido.
Los soles carcomen mentalidades enroscadas.
Las lunas se adueñan de sueños vacíos.
Robótica carne en movimiento, sonrisas de contrariedad.
Los ojos nunca (nunca) mienten. Se escapan, se velan, pero no engañan. (no pueden).
Esfuerzo en pos del merecimiento,
esperanzas en súplicas al
entardecer oceánico, cansado, mezclado y confundido. Calmo, rendido, suave, presente.
Ideales burdos, bruscos, brutos, brunos.
Parasitosis nostálgica.
Sororidad inexistente, detestada. Falsa.
Desconocimiento de causa, de efecto.
Incertidumbre. (La de la vela en el entierro).
Miedos jueces, iracundos y fecundos.
Fáciles de escuchar. Pues gritan, aconsejan, analizan, adormecen, adornan, debaten, deciden, convencen, proyectan, exteriorizan, murmuran, se infiltran.
Parasitosis nerviosa.
Las horas, esclavizan.
Los compromisos, mantienen y valoran las palabras pero también encierran impulsos.
Las imágenes, asquean.
Las energías, se mezclan.
Las letras, saquean... Minutos.
El cansancio se empodera, se apodera, y la fortaleza (la fuerza de la sutileza) preponderante, prohíbe penas.
Las machaca, las machuca, las chamusca. Las exprime hasta la última gota de flujo blanquecino cayendo sobre las flores del amor, de la relajación, del aroma corazón, del cogollo naciente en la frente.
La Sábila, merma, alivia. La piel enrojecida le suspira, le susurra: "bruja divina". Se entrega entonces (la piel) al cuidado primero, único, verdadero.
El corazón nomás sigue latiendo.
La mente, agotada, se libera.
El espíritu le muestra que ya no es necesario hacer. Pues se es. A la ligera, en quinta o en primera se avanza. Se abalanza la careta, "por el bien común"... el ego se bufa, se burla, se prende. Entra en erupción por dos larguísimos segundos. Se pincha como un globo. ¿Y la careta? ¿Qué es la careta? ¿O es la careta esa, la cara de la tolerancia, de la paciencia?. Del amor. ¿Y los límites? ¿Lo incondicional, existe?.
El ventilador bosteza. Se aburre pero entiende. Es un tipo considerado.
La consideración flaquea.
Aquí todos saben, pero nadie habla. En lo común, en lo social, en el día a día, ninguno se anima. Todos simulan paz. Y está todo mal, está podrido, con resaca. Las palabras ebrias sacan de quicio a las limitaciones del tiempo, del espacio, de los medios. De los segundos previos al abrazo, enroscado, de gusano, de adn, de más allá de todo.
Lo "real"... molesta. Pero se acepta. Se mira cara a cara, o mejor... Ojo a ojo. Y después de mirar, se ve. Y después de ver...
jueves, 16 de enero de 2020
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