¿Quién se ha creído dueño de mi vida para moldearme de tal manera que, al mirarme al espejo, no veo un reflejo? Desesperadamente busco en todas las formas, simbologías y significados que engloban la palabra espejo, una parte de mí. Aunque sea un retazo de mí... y nada veo. Tal vez mi existencia se ha perdido en algún recoveco de la psique de algún extraño. Tal vez estas manos no sean mías. Tampoco será mío todo lo que creo saber mío, saborear mío. ¿Quién se ha atrevido?
Mi libertad fue vendida al peor postor.
Empiezo a dudar de mi mente. Como si estuviera atrapada en un búnker en lo profundo de la húmeda tierra, en este encierro, mi mente (además de mí misma) se torna mi desconocido carcelero, mi alimento y mi tiempo, el propio búnker, y la húmeda tierra también... una compañera única. Y allá afuera, del afuera que debo suponer, una vida aún más desconocida que mi carcelero, sucede, y de todos los vivientes, ninguno se percata de mi sentir.
Hace un rato fui a cosechar yuyos para hacer más sueños, y en el medio del monte nativo, entre tanta vida... me deslicé por el suelo llovido, y no sentí nada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario