viernes, 4 de marzo de 2022

Es todo danza y abrazos

Es mío. 
En este momento, es mío.
Todo mío. 
Este momento es mío. 
No le quiero poseer pero, 
en este momento,
le poseo, le poesía, le paseo la piel con mi piel. 
Con mis dedos, trazo sinuosas rutas en la memoria.
Me posee, me poesía y me pasea. 
Me aplasta sin oprimirme. 
Me permite sentir el peso de su cuerpo y la fragilidad de su existencia. 
Me entrega su respirar y su pecho. 
Le rodeo y me rodea. 
Casi como si fuéramos un mismo cuerpo, nos enredamos.
De pies, de brazos, de dedos, de cuello. 
Y, en este abrazo,
quisiera protegerle del mundo entero. 
Entonces, le protejo. 
Acaricio suavemente su pelo 
y más de vez que de en cuando, 
le susurro un beso. 
En silencio le cuento cuentos y sueños. 
Ni míos ni suyos, 
sino de ese mundo que podría ser maravilloso, como este momento. 
Sin miedos, le protejo. 
Y no lo sabe, pero también me está protegiendo. 
Y no lo sabe, pero me abre la puerta
y su mundo es tan suave y tierno...
Entro despacito, no quisiera romper con algo tan bello. 
Mis pasos son calmos, casi que no tocan el suelo. 
Le cuido de mí y me cuida de sí. 
Somos como el monte que nos abriga. Me refiero a que
si bien tiene espinas capaces de enterrarse en la piel
haciéndola arder durante días,
son las mismas hojas que envuelven a las espinas,
las que poseen en sus nervaduras 
el remedio para las mismas. 
Y son sus frutos, y son sus flores tan dulces,
y sus aromas tan frescos. 
Y como el monte, tenemos espinas... Y flores, y besos. 
Tengo espinas, y también tiene espinas. 
Pero, sobre todo,
tenemos abrazos y caricias
y este momento. 
Y no lo sabe pero me inspira
a escribirle, 
a escribirme y a escribirnos. 
Por eso ya no le poseo, se lo entrego al mundo:
Nuestro momento-poesía. 

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

En mi letargo, una taza de café es un oasis. No estoy sola. Junto a ellas buscamos una cafetería. Entre árboles, se esconden unas escaleras ...